por Lysbeth Daumont
LYSBET DAUMONT, QUIÉN SE DESEMPEÑA COMO ESPECIALISTA Y BIBLIOTECARIA DE LA VITRINA DE VALONIA, INSTITUCIÓN DEDICADA A LA PROMOCIÓN, DIFUSIÓN Y PRESERVACIÓN DE LAS OBRAS DEL LLAMADO “NOVENO ARTE” EN CUBA, NOS ENVÍA ESTE “MINI-ARTÍCULO” PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LA REVISTA “CON VARA Y SOMBRERO” DE LA OFICINA DEL HISTORIADOR DE LA HABANA. UN BUEN COMIENZO PARA LA SERIE DE TRABAJOS QUE PRETENDEMOS PUBLICAR, ABORDANDO LAS RELACIONES DE LA HISTORIETA CON EL RESTO DE LAS ARTES, ESPECIALMENTE LAS MANIFESTACIONES DE LA PLÁSTICA. LAS INTERINFLUENCIAS QUE SE HAN PRODUCIDO A LO LARGO DE SU DESARROLLO COMO MEDIO EXPRESIVO Y LAS POSIBILIDADES DE SUS ALCANCES ESTÉTICOS, CONCEPTUALES Y FORMALES EN EL DEVENIR DEL ARTE EN GENERAL, CENTRARÁN EL CORPUS DE LOS ARTÍCULOS Y ENSAYOS POR VENIR EN ESTA SERIE.
Según su definición, la historieta es un arte híbrido, pues fusiona imagen y texto. Se constituye a partir de muchos trozos prestados de otras artes como la literatura, el cine y, por supuesto, las artes plásticas.

La pintura siempre se ha caracterizado por contar historias. En la Edad Media, los retablos y manuscritos iluminados ilustraban las escenas de la Biblia en múltiples fragmentos, como si fuesen viñetas de las historietas actuales. La aparición de la fotografía y el cine provoca que la pintura pierda esta función ilustrativa y narrativa para alcanzar otro estatus.

Muchos creadores de historieta se inspiraron en la pintura antigua y contemporánea para recrear un ambiente del pasado o para concebir un entorno fantástico. Algunos autores de cómic son también pintores. Sin embargo, estas dos formas artísticas —la historieta y la pintura— poseen características muy diferentes.
Durante varias etapas del siglo XX, la pintura recibe la influencia de la historieta, porque a esta última se le consideraba como un arte popular.

El movimiento del arte pop hizo un gran uso de los códigos del cómic, tanto en Estados Unidos como en Europa. Andy Warhol, Roy Lichtenstein, Paolozzi, Di Rosa, son algunos de los ejemplos más significativos.

En Cuba, los símbolos de la historieta, también han servido de referente e inspiración para la expresión plástica. Artistas contemporáneos de la talla de Reinerio Tamayo, Lázaro Saavedra y Rocío García, han reinterpretado las formas de apreciación del cómic.
El libro Amores en aceite de Oliva —que puede ser consultado en la biblioteca de Vitrina de Valonia— es uno de los ejemplos de este proceso a la inversa. Francisco Blanco, destacado caricaturista y creador de historietas cubano, se vale de fragmentos de las obras del conocido pintor cubano Pedro Pablo Oliva, para hilvanar una historia completamente nueva, humorística, con las técnicas de narración gráfica propias del noveno arte. Los personajes y escenarios, inicialmente pensados para un cuadro de gran formato, se adaptan a las dimensiones de la viñeta y cobran vida, a través de los globos de diálogo y de pensamiento.
Por último, algunos creadores de historieta experimental, de vanguardia, utilizan constantemente técnicas pictóricas. Ellos quieren reinventar el estilo gráfico de la historieta, aplicando un estilo reservado a la pintura.
